Un año después del rodaje de Comandante, Oliver Stone regresa a Cuba para realizar su tercera película documental y obtener respuestas de Fidel Castro a la crisis provocada por la disidencia interna y al papel de Estados Unidos en la presión internacional de la que es objeto su gobierno.
En la primavera de 2003, coincidiendo con el inicio de la guerra de Irak, Cuba registró una ola de secuestros de barcos y aviones en los que muchos ciudadanos cubanos buscaban emigrar a Norteamérica, atraídos por la posibilidad de obtener la residencia allí. El régimen de Fidel Castro arrestó y encarceló a 75 de ellos, entre los que se encontraban periodistas independientes, bajo la acusación de ser agentes al servicio de los Estados Unidos y de conspirar contra la revolución. Tres secuestradores, detenidos mientras intentaban hacerse con el control de un ferry en la bahía de La Habana y retenían a numerosos rehenes, fueron condenados a muerte y ejecutados tras juicios sumarísimos. Estos acontecimientos constituyeron un punto de inflexión para la imagen del régimen cubano ante el mundo, y dieron lugar a que numerosos intelectuales y diversos gobiernos reavivasen sus condenas al régimen castrista.
Ante todo ello, Oliver Stone regresó a Cuba, con el fin de obtener respuestas y profundizar en la realidad política de la isla. Buscando a Fidel ("Looking for Fidel") es el valioso documento a través del que Oliver Stone despeja las claves de la tensión que soporta el país. Más de treinta horas de conversación con Castro sirven para que el director, con un estilo agresivo, cuestione al Comandante sobre la disidencia interna, el controvertido argumento de su sucesión y la presión internacional de la que es objeto Cuba, especialmente por parte del gobierno de George Bush, con el que Fidel se ve en una situación virtual de guerra.
Castro expone apasionadamente las razones por las que se ha mostrado inflexible con quienes considera una amenaza para su país, y justifica las medidas adoptadas con los secuestradores, aunque estas decisiones hayan sido condenadas en todo el mundo y avivado el aislamiento al que Cuba se ve sometida.
Oliver Stone sienta en una mesa redonda, junto a Castro, a varios de los acusados de secuestro, fiscales y abogados defensores, propiciando entre todos ellos un diálogo insólito y lleno de tensión, a través del que se obtiene una aproximación elocuente a la realidad cubana y un perfil inédito del comandante.
La película cuenta, asimismo, con diversos testimonios de disidentes, como Osvaldo Payá, esposas y familiares de los presos, y abogados de derechos humanos, que expresan, desde la emoción, el complicado momento por el que atraviesa su país.
En la primavera de 2003, coincidiendo con el inicio de la guerra de Irak, Cuba registró una ola de secuestros de barcos y aviones en los que muchos ciudadanos cubanos buscaban emigrar a Norteamérica, atraídos por la posibilidad de obtener la residencia allí. El régimen de Fidel Castro arrestó y encarceló a 75 de ellos, entre los que se encontraban periodistas independientes, bajo la acusación de ser agentes al servicio de los Estados Unidos y de conspirar contra la revolución. Tres secuestradores, detenidos mientras intentaban hacerse con el control de un ferry en la bahía de La Habana y retenían a numerosos rehenes, fueron condenados a muerte y ejecutados tras juicios sumarísimos. Estos acontecimientos constituyeron un punto de inflexión para la imagen del régimen cubano ante el mundo, y dieron lugar a que numerosos intelectuales y diversos gobiernos reavivasen sus condenas al régimen castrista.
Ante todo ello, Oliver Stone regresó a Cuba, con el fin de obtener respuestas y profundizar en la realidad política de la isla. Buscando a Fidel ("Looking for Fidel") es el valioso documento a través del que Oliver Stone despeja las claves de la tensión que soporta el país. Más de treinta horas de conversación con Castro sirven para que el director, con un estilo agresivo, cuestione al Comandante sobre la disidencia interna, el controvertido argumento de su sucesión y la presión internacional de la que es objeto Cuba, especialmente por parte del gobierno de George Bush, con el que Fidel se ve en una situación virtual de guerra.
Castro expone apasionadamente las razones por las que se ha mostrado inflexible con quienes considera una amenaza para su país, y justifica las medidas adoptadas con los secuestradores, aunque estas decisiones hayan sido condenadas en todo el mundo y avivado el aislamiento al que Cuba se ve sometida.
Oliver Stone sienta en una mesa redonda, junto a Castro, a varios de los acusados de secuestro, fiscales y abogados defensores, propiciando entre todos ellos un diálogo insólito y lleno de tensión, a través del que se obtiene una aproximación elocuente a la realidad cubana y un perfil inédito del comandante.
La película cuenta, asimismo, con diversos testimonios de disidentes, como Osvaldo Payá, esposas y familiares de los presos, y abogados de derechos humanos, que expresan, desde la emoción, el complicado momento por el que atraviesa su país.
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