Asaltar los cielos (1996) es un documental de José Luis López-Linares y Javier Rioyo sobre Ramón Mercader, el hombre que asesinó a León Trotski.
La historia se remonta a las primeras décadas del siglo XX en Barcelona, donde nace Mercader, y nos habla de su temperamental madre, algo deschavetada y perdidamente stalinista que le tocó en suerte. Ya de muy joven, y a sus instancias, Ramón se enrola entre los seguidores de José Stalin. No lo hace del modo habitual, como sacrificado militante de alguna de las juventudes españolas del PC, sino que entra por la puerta grande: un viaje a la Unión Soviética que lo pone en contacto directo con el poder. Este le da a Ramón el entrenamiento político necesario para afirmar definitivamente su fanatismo.
Posteriormente el documental se acerca a México. La presencia de Trotski, quien se refugió en un bunker paradójico (por lo vulnerable) de Coyoacán, empieza a darle sentido a las imágenes. Y es lógico: en última instancia, este hombre es lo que le dio sentido –por no hablar de fama– a la vida de Mercader. Por lo demás, la proximidad del crimen acrecienta la tensión del film (en relación con esto, cabe celebrar que el relato avance de manera lineal, es decir cronológicamente). Y las estrategias del sicario aportan cierto aire de film noir, cierto suspense, vinculado con los muchos nombres e identidades que adoptó. Las imágenes de archivo también se ponen más jugosas, y lo mismo ocurre con los testimonios, con la yapa de que empiezan a declarar los del otro bando.
Hecha excepción de la mentada dispersión inicial, el film reconstruye con riqueza y precisión los detalles fácticos de la historia que tomó entre manos. Derrumba incluso algunos mitos, como el que establecía que Mercader no obró por convicción (ciega, aun espantosa, pero convicción al fin) sino porque la KGB tenía secuestrados a su madre y a su hermano. No: mientras éste le asestaba a Trotski el golpe de piqueta que terminó con sus días, doña Caridad estaba a pocos metros del lugar del crimen, esperando a su hijo en un automóvil con el motor encendido. Lo que Asaltar los cielos no se preocupa por develar, investigar o tan siquiera poner mínimamente de manifiesto son las causas de este horrendo crimen: los oscuros intereses de la casta stalinista, el riesgo que el ya anciano Trotski y su flamante "creación", la Cuarta Internacional (fundada dos años antes con el fin de unificar el combate anticapitalista a nivel mundial), suponía para sus planes, etc. Todo eso falta. Pero todo eso es lo que puso en marcha a Mercader.
La historia se remonta a las primeras décadas del siglo XX en Barcelona, donde nace Mercader, y nos habla de su temperamental madre, algo deschavetada y perdidamente stalinista que le tocó en suerte. Ya de muy joven, y a sus instancias, Ramón se enrola entre los seguidores de José Stalin. No lo hace del modo habitual, como sacrificado militante de alguna de las juventudes españolas del PC, sino que entra por la puerta grande: un viaje a la Unión Soviética que lo pone en contacto directo con el poder. Este le da a Ramón el entrenamiento político necesario para afirmar definitivamente su fanatismo.
Posteriormente el documental se acerca a México. La presencia de Trotski, quien se refugió en un bunker paradójico (por lo vulnerable) de Coyoacán, empieza a darle sentido a las imágenes. Y es lógico: en última instancia, este hombre es lo que le dio sentido –por no hablar de fama– a la vida de Mercader. Por lo demás, la proximidad del crimen acrecienta la tensión del film (en relación con esto, cabe celebrar que el relato avance de manera lineal, es decir cronológicamente). Y las estrategias del sicario aportan cierto aire de film noir, cierto suspense, vinculado con los muchos nombres e identidades que adoptó. Las imágenes de archivo también se ponen más jugosas, y lo mismo ocurre con los testimonios, con la yapa de que empiezan a declarar los del otro bando.
Hecha excepción de la mentada dispersión inicial, el film reconstruye con riqueza y precisión los detalles fácticos de la historia que tomó entre manos. Derrumba incluso algunos mitos, como el que establecía que Mercader no obró por convicción (ciega, aun espantosa, pero convicción al fin) sino porque la KGB tenía secuestrados a su madre y a su hermano. No: mientras éste le asestaba a Trotski el golpe de piqueta que terminó con sus días, doña Caridad estaba a pocos metros del lugar del crimen, esperando a su hijo en un automóvil con el motor encendido. Lo que Asaltar los cielos no se preocupa por develar, investigar o tan siquiera poner mínimamente de manifiesto son las causas de este horrendo crimen: los oscuros intereses de la casta stalinista, el riesgo que el ya anciano Trotski y su flamante "creación", la Cuarta Internacional (fundada dos años antes con el fin de unificar el combate anticapitalista a nivel mundial), suponía para sus planes, etc. Todo eso falta. Pero todo eso es lo que puso en marcha a Mercader.
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