El robo de una nación (Stealing a nation, 2004), es un documental de John Pilger que relata cómo los habitantes de una isla del Océano Índico fueron expulsados de su tierra en los años 60 para crear en ella una base militar estadounidense, todo a través de una estrategia secreta entre poderes anglosajones.
Mauricio, al este de Madagascar, fue colonia británica hasta que consiguió la independencia en el año 1968. Sólo se le puso una condición: que no reclamasen las Islas Chagos. Ahí empezaron a ocurrir ciertas situaciones que acabarían con la expulsión total de los 2.000 habitantes de estas islas. Sin mayores explicaciones, se le dijo que su tierra natal había sido vendida y que serían embarcados y expulsados. Así, les llevaron a la capital de Mauricio, donde permanecieron en situaciones precarias hasta nuestros días.
Lo que estaba ocurriendo entre los altos cargos de Londres y Washington, como se ha comprobado después con documentos verídicos, era una conspiración para crear una base militar poderosa en el lugar. Para expulsar a los isleños, dijeron que éstos no eran realmente nativos, sino que eran simples trabajadores temporales. La verdad era que los habitantes de Chagos tenían enterrados allí hasta tres generaciones de familiares. El plan llegó hasta el Primer Ministro británico Harold Wilson, que lo aprobó. Paralelamente en EE.UU., y para que esta expulsión quedara al margen del Congreso, se camufló el pago por el arrendamiento de las islas con la venta de un misil nuclear a la armada.
Mientras, los expulsados intentaban recuperar su tierra. En el año 2000, la Corte Suprema de Londres falló que la expulsión de los isleños fue ilegal y que podrían regresar a su tierra natal. Sin embargo, esto nunca ocurrió. Los poderes británicos decían que los estadounidenses no lo permitían, y viceversa.
Lo que ocurrió realmente fue que el gobierno de Tony Blair utilizó un real decreto que sólo necesita de la aprobación de la Reina. Este decreto, basado en poderes medievales, no necesita justificación ni explicación. Sólo se aprueba. Esto es lo que se utilizó en los años 60 para expulsar a los habitantes de las Islas Chagos, y en el año 2004 para prohibir que volviesen.
Se les dijo a los isleños que se había hecho un estudio de viabilidad para ver si era posible sobrevivir en esas tierras, y que éste constataba que no sería factible a largo plazo. La realidad nos dice que ahí viven 4.000 personas, entre militares y personal contratado. Es la mayor base fuera de los Estados Unidos, desde donde se atacó Afganistán e Irak.
El año 2006 el Tribunal Supremo rechazó los argumentos del gobierno para que dicha "prerrogativa real", ejecutada por los ministros en nombre de la Reina, fuera inmune al escrutinio público.
Un amplio número de evidencias ha sido recopilado por John Pilger y el productor Chris Martin, todo obtenido de archivos oficiales, que nos muestran una de las conspiraciones más impactantes de los tiempos modernos, y que continúa hasta el día de hoy.
Mauricio, al este de Madagascar, fue colonia británica hasta que consiguió la independencia en el año 1968. Sólo se le puso una condición: que no reclamasen las Islas Chagos. Ahí empezaron a ocurrir ciertas situaciones que acabarían con la expulsión total de los 2.000 habitantes de estas islas. Sin mayores explicaciones, se le dijo que su tierra natal había sido vendida y que serían embarcados y expulsados. Así, les llevaron a la capital de Mauricio, donde permanecieron en situaciones precarias hasta nuestros días.
Lo que estaba ocurriendo entre los altos cargos de Londres y Washington, como se ha comprobado después con documentos verídicos, era una conspiración para crear una base militar poderosa en el lugar. Para expulsar a los isleños, dijeron que éstos no eran realmente nativos, sino que eran simples trabajadores temporales. La verdad era que los habitantes de Chagos tenían enterrados allí hasta tres generaciones de familiares. El plan llegó hasta el Primer Ministro británico Harold Wilson, que lo aprobó. Paralelamente en EE.UU., y para que esta expulsión quedara al margen del Congreso, se camufló el pago por el arrendamiento de las islas con la venta de un misil nuclear a la armada.
Mientras, los expulsados intentaban recuperar su tierra. En el año 2000, la Corte Suprema de Londres falló que la expulsión de los isleños fue ilegal y que podrían regresar a su tierra natal. Sin embargo, esto nunca ocurrió. Los poderes británicos decían que los estadounidenses no lo permitían, y viceversa.
Lo que ocurrió realmente fue que el gobierno de Tony Blair utilizó un real decreto que sólo necesita de la aprobación de la Reina. Este decreto, basado en poderes medievales, no necesita justificación ni explicación. Sólo se aprueba. Esto es lo que se utilizó en los años 60 para expulsar a los habitantes de las Islas Chagos, y en el año 2004 para prohibir que volviesen.
Se les dijo a los isleños que se había hecho un estudio de viabilidad para ver si era posible sobrevivir en esas tierras, y que éste constataba que no sería factible a largo plazo. La realidad nos dice que ahí viven 4.000 personas, entre militares y personal contratado. Es la mayor base fuera de los Estados Unidos, desde donde se atacó Afganistán e Irak.
El año 2006 el Tribunal Supremo rechazó los argumentos del gobierno para que dicha "prerrogativa real", ejecutada por los ministros en nombre de la Reina, fuera inmune al escrutinio público.
Un amplio número de evidencias ha sido recopilado por John Pilger y el productor Chris Martin, todo obtenido de archivos oficiales, que nos muestran una de las conspiraciones más impactantes de los tiempos modernos, y que continúa hasta el día de hoy.
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