No en Senegal, documental dirigido por el joven realizador valenciano Toni Polo, quién tuvo claro desde el principio como revelarse ante la farsa mediática: “Utilizar la imagen en contra de la imagen. La forma de hacerlo era sencilla y eficaz: dejar hablar a los senegaleses, aprovechar las reuniones y los encuentros que allí tuvimos para conocer el testimonio de los propios ciudadanos acerca de su país, del fenómeno migratorio y de las relaciones con los países del norte”. Un relato que parte con una sola idea: la de contar una historia de Senegal en positivo, hablando de las cosas buenas que se están haciendo allí, y sobretodo de las iniciativas surgidas de los propios senegaleses para favorecer el desarrollo y hacer frente a la emigración masiva.
Pese a la diversidad de temas abordados a lo largo de la narración, desde la sanidad tradicional y moderna, la artesanía, la cooperación internacional o el turismo ecológico, lo cierto es que por encima de todo No en Senegal es una reflexión profunda sobre la migración. Un fenómeno que se nos descubre complejo y lleno de matices, casi tantos como los de cada persona y familia que afronta esta situación, y que no podemos reducir al desembarco de cayucos en nuestras costas o a la obtención de papeles.
Este documental independiente, realizado sin apenas presupuesto y llevado a cabo por un equipo mínimo, es ante todo un alegato contra el exilio impuesto tácitamente por las potencias del norte. Un testimonio de que, con su dignidad y su orgullo, son los propios africanos los primeros en negar la imagen que exportamos de África. Una África que no existe, no en Senegal.
Pese a la diversidad de temas abordados a lo largo de la narración, desde la sanidad tradicional y moderna, la artesanía, la cooperación internacional o el turismo ecológico, lo cierto es que por encima de todo No en Senegal es una reflexión profunda sobre la migración. Un fenómeno que se nos descubre complejo y lleno de matices, casi tantos como los de cada persona y familia que afronta esta situación, y que no podemos reducir al desembarco de cayucos en nuestras costas o a la obtención de papeles.
Este documental independiente, realizado sin apenas presupuesto y llevado a cabo por un equipo mínimo, es ante todo un alegato contra el exilio impuesto tácitamente por las potencias del norte. Un testimonio de que, con su dignidad y su orgullo, son los propios africanos los primeros en negar la imagen que exportamos de África. Una África que no existe, no en Senegal.
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